Aunque cualquiera puede experimentar la famosa “mirada de las mil yardas”, es algo que parece perseguir con frecuencia a quienes han vivido situaciones traumáticas de algún tipo.
Desde la forma en que percibimos lo que nos rodea hasta cómo nos sentimos por dentro, el trauma deja su marca. A veces se manifiesta en nuestra mente: ansiedad, agotamiento, ese entumecimiento emocional. Otras, en nuestro cuerpo: problemas de sueño, enfermedades crónicas que parecen no tener fin.
Sin embargo, aunque el trauma a veces sea invisible, hay señales que lo delatan. Una de ellas es esta mirada perdida y distante, conocida como la “mirada de las mil yardas”, típica en veteranos de guerra, pero también presente en quienes han atravesado choques emocionales profundos o viven con ciertos trastornos mentales. Esa expresión desconectada y casi vacía es, de alguna forma, un reflejo exterior de lo que pasa por dentro.
Entonces, ¿qué es exactamente la famosa “mirada de las mil yardas”? ¿Qué pasa en la mente para que alguien acabe con esa mirada? Y, lo más importante, ¿hay alguna forma de lidiar con este tipo de desconexión constante? Vamos a explorar un poco.
¿Qué es la “mirada de las mil yardas”?
La “mirada de las mil yardas”, o incluso la “mirada de los mil metros” (¡llámala como quieras!), es una expresión que describe esa mirada vacía, sin vida, que muchas veces aparece en momentos de estrés extremo o en episodios de disociación. Este término viene de una pintura del artista Tom Lea titulada “Los marines lo llaman la mirada de dos mil yardas”, publicada en Life Magazine en 1945.
En ella, un soldado de la Segunda Guerra Mundial aparece parado en un campo de batalla calcinado, con una mirada perdida, como si su mente estuviera a años luz de allí.
Con el tiempo, “la mirada de las mil yardas” se convirtió en una frase popular para describir el shock de combate o el “shell shock” en los militares. Pero no es exclusivo de ellos: esa mirada desconectada también se puede ver en personas con traumas profundos, quienes en ciertos momentos parecen disociarse completamente de lo que pasa a su alrededor.
Cuando alguien tiene la mirada de las mil yardas, podría:
- Tener una expresión completamente desprovista de emoción
- Estar perdido en sus pensamientos, sin notar nada de lo que ocurre en su entorno
- No responder a lo que otros están diciendo o haciendo
La psicología detrás de la mirada de las mil yardas
Nuestro cerebro tiene muchas formas de lidiar con el estrés, ¿no? Todos hemos oído hablar de “pelea o huida”, esa respuesta automática que nos prepara para enfrentar o escapar del peligro. Pues bien, la disociación es otra manera en la que la mente intenta protegerse, aunque aquí la respuesta es más psicológica que física.
La disociación puede alterar nuestra percepción, consciencia, memoria, identidad e incluso el control de nuestros movimientos. Es un espectro: va desde esos momentos en los que uno se “desconecta” un rato, hasta desórdenes más graves como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) o el trastorno de identidad disociativo (TID).
Cuando alguien se disocia, puede sentir que está desconectado de sí mismo o del mundo. Esa desconexión puede traer consigo una especie de adormecimiento físico y emocional, o flashbacks que lo transportan a momentos pasados. Y todo esto se traduce en una mirada vacía, desenfocada, como si no estuviera ahí en realidad.
De hecho, varios trastornos de salud mental pueden provocar episodios de disociación frecuentes. Por ejemplo, tanto el trastorno de estrés agudo como la respuesta de estrés agudo pueden hacer que una persona se sienta desorientada o confundida, o que parezca en un estado de estupor.
La disociación también es un síntoma documentado del TEPT, el trastorno límite de personalidad (TLP) y otros desórdenes mentales. En estos casos, la “mirada de las mil yardas” es solo una de las maneras en que el trauma se hace visible, aunque la persona no sea consciente de ello.
¿Quién puede experimentar la “mirada de las mil yardas”?
“Normalmente, esto les pasa a los soldados después de vivir algo traumático en el campo de batalla,” explica Sterling Gordon Fournier en uno de sus videos de TikTok, que ya supera el medio millón de visualizaciones. Y aunque es común entre los Marines, como Peter, no es exclusivo de ellos.
Entonces, ¿quién más puede tener esta famosa mirada perdida? Pues bien, además de los militares, se puede ver en bomberos, policías, personal de emergencias e incluso en civiles que han pasado por situaciones de conflicto o crisis en sus comunidades.
Y ojo, aunque no te dediques a profesiones de alto riesgo, hay otras circunstancias que pueden desencadenarla, como:
- Experiencias de abuso físico, emocional o sexual
- Accidentes o lesiones graves
- Pérdidas y duelos
- Enfermedades crónicas
Es importante entender que la “mirada de las mil yardas” no es un diagnóstico en sí. Es solo una señal, una pista que puede indicar algo más profundo a nivel emocional.
La mirada de las mil yardas en los niños
Ver esta mirada en un niño es algo que, sin duda, puede preocupar profundamente a cualquier adulto. Pero, ¿cómo se manifiesta en ellos?
- Suelen estar retraídos, mirando al vacío por largos períodos con una expresión distante.
- Evitan el contacto visual o lo mantienen de manera fugaz, como si sus ojos estuvieran en otro lugar.
- Pueden parecer emocionalmente planos, reaccionando menos a situaciones felices o tristes.
- A menudo tienen una postura lánguida, sin energía.
Al igual que los adultos, los niños pueden recurrir a la disociación como una forma de protegerse ante un trauma psicológico.
¿Qué provoca la “mirada de las mil yardas”?
La verdad, prácticamente cualquier evento traumático puede desencadenarla: desde presenciar violencia, pasar por una situación de abandono o abuso, formar lazos traumáticos e incluso eventos que parecen menos graves a simple vista, como mudarse a un lugar difícil o enfrentar bullying en la escuela.
“Cuando ocurre un trauma, ya sea emocional, mental o físico, el cerebro y el sistema nervioso a menudo almacenan la sensación de estar en peligro,” explica Jennifer. Los estudios señalan que ante situaciones de estrés extremo, el cerebro puede activar la disociación como un mecanismo de defensa, permitiendo una especie de desconexión temporal de esa realidad dolorosa.
Es una estrategia de autopreservación emocional, un recurso que permite adormecer los sentimientos ante la intensidad del trauma. Pero como dice Peter: “Mi incapacidad para desprenderme de mis experiencias pasadas me robó la posibilidad de estar presente.”
Es fundamental comprender que la disociación, aunque útil a corto plazo, no es una solución permanente. Se trata de un recurso temporal, una forma de enfrentar el dolor cuando parece insoportable, pero que necesita abordarse con ayuda profesional para no volverse un patrón persistente en la vida de alguien.
3 maneras de curar de la “mirada de las mil yardas”
La “mirada de las mil yardas” es, en realidad, una señal de disociación, no una condición en sí misma. Así que el enfoque para tratarla está más en abordar la raíz del problema: el trauma que la provoca.
Entonces, ¿cómo se trata este fenómeno?
La terapia suele ser la primera en la lista, y no es casualidad.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) puede darte herramientas para manejar el estrés y enfrentar situaciones difíciles de una forma más saludable. Además, técnicas como EMDR (desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) pueden ayudarte a reducir la intensidad emocional de recuerdos dolorosos.
Estas terapias se pueden complementar con métodos alternativos. Aquí van algunas opciones:
- Técnica de liberación emocional (EFT)
El “tapping” de EFT consiste en dar golpecitos suaves en puntos específicos de acupresión mientras te concentras en la memoria o emoción negativa. Este proceso busca romper la conexión entre el recuerdo traumático y la respuesta emocional que activa.
Jennifer comenta que al hacer esto, se pueden “reconfigurar esas rutas neuronales y respuestas reactivas para sentir seguridad, sanación y amor nuevamente.”
- Hipnoterapia
La hipnoterapia puede ser útil para procesar el trauma en un ambiente seguro y controlado. No es “control mental”, sino que trabaja con un hipnoterapeuta para acceder a pensamientos y recuerdos profundos que permitan sanar.
Un reconocido hipnoterapeuta, Paul McKenna, enseña varias técnicas de hipnoterapia en su programa Everyday Bliss Quest en Mindvalley. Esto incluye la terapia de campo de pensamiento, la técnica de Havening y la técnica de Big Mind.
- Sueños lúcidos
Los sueños lúcidos pueden ser una herramienta poderosa para la autoexploración. En este tipo de sueños, eres consciente de que estás soñando e, incluso, puedes influir en lo que sucede dentro de ellos.
Aunque aún no es una terapia principal, algunos estudios sugieren que podría ser útil en la recuperación de TEPT. Una investigación reciente de 2023, liderada por un equipo que incluye al experto en sueños lúcidos y entrenador de Mindvalley, Charlie Morley, mostró que más del 85 % de los participantes dejaron de ser clasificados como “personas con trastorno de estrés postraumático”.
“Los traumas y las pesadillas de TEPT son experiencias debilitantes,” explica Charlie en su curso Experience Lucid Dreaming Quest. “Pero volverse consciente dentro de una pesadilla y reconocer que solo es un sueño es una experiencia profundamente empoderadora.”
Bibliografía
- Safranski, Rüdiger. (2006). “Mirada de mil yardas: una exploración filosófica”. Editorial Tusquets.
- Morduchowicz, Roxana. (2010). “La mirada de mil yardas: la violencia como narrativa en el cine”. Ediciones Colihue.
- Lipovetsky, Gilles. (2012). “La era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo”. Anagrama.
- Gómez, Ana. (2015). “La mirada de mil yardas: aproximaciones a la fotografía documental”. Ediciones Metales Pesados.
- Bolaño, Roberto. (2004). “2666”. Anagrama.
- Sontag, Susan. (1977). “Sobre la fotografía”. Alfaguara.
- Bauman, Zygmunt. (2007). “Vida líquida”. Editorial Paidós.
Sobre el autor
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Durante mi formación, adquirí habilidades esenciales para comprender y analizar los medios de comunicación, así como para crear estrategias efectivas de comunicación corporativa.
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Mi objetivo es aplicar mis conocimientos y habilidades en el campo de la comunicación para ayudar a las organizaciones a alcanzar sus metas y construir relaciones sólidas con su público.
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La mirada puede engañar, a veces esconde un mundo de emociones. No todo es tan evidente. 😉
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