El hambre emocional es algo que sucede más veces de lo que pensamos. Muchos de nosotros en algún momento nos hemos sorprendido rebuscando en la nevera o en las estanterías de la despensa algún alimento que nos aportara consuelo.
En realidad no teníamos hambre, pero la comida era en ese momento una manera de gestionar nuestro estado emocional.
Pensemos por ejemplo en la tarrina de helado de Bridget Jones, lo que la lleva a comer helado no es el hambre, sino los sentimientos negativos que la acompañan.
La alimentación emocional, es una forma de comer para aliviar el estrés que generan las emociones negativas, sin tener en cuenta las señales fisiológicas de hambre y saciedad.
Cuando comemos de forma emocional, podemos buscar consuelo, llenar vacíos, disminuir la tristeza o hacer frente al aburrimiento. En muchas ocasiones es un intento de evitar que nos asalten pensamientos, sentimientos y experiencias dolorosas y negativas.
Causas del hambre emocional
El hambre emocional es una respuesta a emociones negativas, como el estrés, la ansiedad, la tristeza, la soledad o el aburrimiento. Se caracteriza por una necesidad de comer, aunque no haya un hambre fisiológica real.
Las personas que experimentan hambre emocional suelen comer en exceso, de forma impulsiva y descontrolada.
Las causas del hambre emocional son variadas y complejas, y pueden variar de una persona a otra. Algunas de las principales causas incluyen:
- Factores psicológicos: El hambre emocional suele estar relacionado con problemas de salud mental, como la ansiedad, la depresión o el trastorno por atracones. Estas condiciones pueden hacer que las personas tengan dificultades para gestionar sus emociones de forma saludable.
- Factores sociales: El entorno social también puede influir en el hambre emocional. Las personas que se sienten aisladas o rechazadas pueden recurrir a la comida como forma de autoconsolación.
- Factores familiares: El aprendizaje familiar también puede jugar un papel en el desarrollo del hambre emocional. Las personas que han crecido en hogares donde la comida se usaba como forma de recompensa o consuelo pueden ser más propensas a experimentar hambre emocional.
Las emociones negativas pueden desencadenar una serie de cambios físicos y psicológicos que pueden conducir a la alimentación emocional. Estos cambios incluyen:
- Liberación de hormonas: Las emociones negativas pueden provocar la liberación de hormonas, como el cortisol y la adrenalina, que pueden aumentar el apetito.
- Cambios en el estado de ánimo: Las emociones negativas pueden provocar un estado de ánimo negativo, como la tristeza o la ansiedad, que pueden hacer que las personas se sientan más propensas a comer en exceso.
- Cambios en el comportamiento: Las emociones negativas pueden provocar cambios en el comportamiento, como la dificultad para concentrarse o la impulsividad, que pueden hacer que las personas sean más propensas a comer en exceso.
El hambre emocional puede tener una serie de consecuencias negativas, como el aumento de peso, la obesidad y los trastornos alimenticios. También puede afectar la salud física y mental general.
¿Cómo diferenciar el hambre físico del emocional?
Hambre física
- Aparece de forma gradual.
- Cualquier alimento nos resulta buena opción.
- Podemos aguantar la sensación de hambre durante un tiempo.
- Cuando nos sentimos llenos dejamos de comer.
- Nos sentimos satisfechos al terminar de comer.
Hambre emocional
- Aparece de forma repentina.
- Tenemos antojos por determinados alimentos.
- No podemos aguantar esa sensación de hambre, sentimos urgencia por comer.
- No podemos parar de comer incluso cuando nos sentimos llenos.
Al terminar de comer sentimos sensación de incomodidad además de sentimientos de culpabilidad, y vergüenza.
En resumen, el hambre físico es un proceso fisiológico del cuerpo ante la necesidad de nutrirnos. En cambio en la alimentación emocional no existe necesidad física de alimentación sino que esta impulsado por las emociones.
¿Qué puedo hacer ante el hambre emocional?
El primer paso es identificar cuales son los detonantes de ese hambre.
¿Dónde estoy y con quién? ¿Cómo me siento? ¿Qué ha pasado? ¿Qué hora es?
Seguidamente permítete parar un momento y hacer tres respiraciones profundas, otras opción es beber un vaso de agua con tranquilidad.
Si estás experimentando alimentación emocional, hay algunas cosas que puedes hacer para ayudarte a controlarlo:
- Identifica tus desencadenantes. ¿Qué emociones te llevan a comer en exceso? Una vez que hayas identificado tus desencadenantes, puedes empezar a desarrollar estrategias para afrontarlos de forma saludable.
- Practica técnicas de relajación. Las técnicas de relajación, como la respiración profunda o la meditación, pueden ayudarte a reducir el estrés y la ansiedad, que pueden desencadenar el hambre emocional.
- Come comidas regulares y saludables. Las comidas regulares y saludables te ayudarán a mantenerte saciado y a evitar comer en exceso.
- Evita los alimentos procesados. Los alimentos procesados suelen ser ricos en azúcares, grasas y calorías, que pueden provocar un aumento de peso y el hambre emocional.
- Busca apoyo. Si estás luchando contra el hambre emocional, busca apoyo en amigos, familiares o un profesional.
A continuación, se presentan algunos consejos específicos para ayudarte a controlar el hambre emocional:
- Si sientes que tienes hambre, espera 15 minutos antes de comer. A menudo, el hambre emocional es una respuesta a una emoción pasajera, y si esperas un poco, es posible que el hambre desaparezca.
- Si no estás seguro de si tienes hambre real o hambre emocional, hazte las siguientes preguntas:
- ¿Tengo hambre física o emocional?
- ¿Tengo hambre de algo en particular o de cualquier cosa?
- ¿Me siento estresado, ansioso o triste?
- Si crees que estás comiendo por hambre emocional, intenta distraerte con otra actividad. Sal a caminar, llama a un amigo o escucha música.
- Si no puedes evitar comer, elige alimentos saludables y nutritivos. Los alimentos integrales, como las frutas, las verduras, los granos enteros y las proteínas magras, te ayudarán a sentirte más lleno y satisfecho.
- Si estás luchando contra el hambre emocional, busca ayuda profesional. Un psicólogo o nutricionista puede ayudarte a identificar las causas del hambre emocional y desarrollar estrategias para gestionarlo de forma saludable.
Es importante recordar que el hambre emocional es una condición compleja que no se puede solucionar de la noche a la mañana. Con el tiempo y el esfuerzo, puedes aprender a controlar el hambre emocional y mejorar tu salud física y mental.
Conclusiones sobre la alimentación emocional
Es importante destacar que el hambre emocional no es malo, puede ser una opción valida en algunas ocasiones. El problema está cuando es la única forma que tenemos de afrontar o negar emociones y situaciones negativas.
Si sientes que este hábito está fuera de tu control, no dudes en pedir cita con especialista de la psicología y la nutrición para recibir ayuda.
Sobre el autor
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Soy una apasionada por la comunicación. Desde que era una niña, siempre me intrigó la forma en que las palabras, las imágenes y las ideas podían unirse para transmitir mensajes poderosos y conmovedores.
Esta fascinación me llevó a estudiar Publicidad, Marketing y Relaciones Públicas, una elección que ha moldeado mi vida de maneras inimaginables.
Mi viaje en el mundo de la comunicación comenzó en la universidad, donde me sumergí en cursos que abarcaban desde la psicología del consumidor hasta la creatividad publicitaria.
Fue una época desafiante pero emocionante, llena de aprendizaje y descubrimientos constantes. Mis años universitarios me enseñaron la importancia de la estrategia y la creatividad en la publicidad, así como la habilidad de construir relaciones sólidas con el público.
Después de graduarme, emprendí una emocionante carrera en el campo de la comunicación. Trabajé en diversas agencias de publicidad y empresas de marketing, donde pude aplicar mis conocimientos y habilidades en proyectos que iban desde campañas publicitarias innovadoras hasta estrategias de branding sólidas.
Cada experiencia me permitió crecer profesionalmente y entender más profundamente cómo la comunicación puede influir en la percepción de una marca.
Pero mi pasión no se limita solo al ámbito profesional. Siempre he creído en el poder de la comunicación para crear un cambio positivo en la sociedad. Participé activamente en proyectos de responsabilidad social empresarial y campañas de concientización que abordan cuestiones importantes, desde la igualdad de género hasta la sostenibilidad ambiental.
A lo largo de mi carrera, he descubierto que la clave del éxito en la comunicación radica en la autenticidad, la empatía y la creatividad. Estos principios me han guiado en cada paso de mi camino, desde la planificación estratégica hasta la ejecución de campañas memorables.
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